Una antología de la obra poética escrita por Jesús Urceloy durante los últimos veintitrés años, con el denominador común de la preocupación formal por modelar los versos hasta obtener la mayor expresividad.
Esta nueva versión de Luis Alberto de Cuenca y Adrián J. Sáez, que se ofrece en edición bilingüe, incorpora los grabados originales e intenta ser lo más fiel posible al espíritu provocador de su autor, cuyos sonetos aún conservan su malditismo.
Publicado en 1996, pero completado definitivamente en 2002, es un paso más en el estilo de línea clara que abrió nuevos cauces de expresión a la poesía española contemporánea.
Segundo libro de versos del joven poeta de Valparaíso, su estilo pasa del aliento de Keats al de Bukowski sin solución de continuidad, lo que la convierte en el grito pornográfico y carnal de un artista apaleado.
Reflexión sobre el desencanto de toda una generación que vio cómo sus utopías se desvanecían, la obra también acoge la evocación hondamente lírica o la vigorosa condición de finis terrae de Galicia, con la presencia del mar y de los vastos horizontes atlánticos.
Luis Alberto de Cuenca la ha traducido del inglés el poema de Tennyson para esta edición bilingüe que recoge las ilustraciones realizadas por Howard Pyle en una edición a todo color fechada en Nueva York en 1881.
Junto a La caja de plata y El otro sueño, este libro completa la trilogía de la claridad o, aún mejor, de la claridad feliz de Luis Alberto de Cuenca, pues aquí están algunos de sus poemas más alegres y desenfadados.
El poeta Luis Alberto de Cuenca, que ya se había acercado a Cavafis con su celebrada traducción de Esperando a los bárbaros, visita de nuevo su obra para trasladar al español —ahora a todo color— veinte poemas fundamentales del escritor de Alejandría.
El XXIII Premio de Poesía Ciudad de Salamanca busca una salida posible y necesaria, siempre del lado verdadero, al dilema entre el aire que nos da vida y a la vez nos oxida.
El pintor José S.-Carralero ha buscado óleos entre su obra paisajística para realizar esta edición ilustrada a color y revisada por Luis Alberto de Cuenca de todo un clásico como Campos de Castilla. Un homenaje a Antonio Machado en el ochenta aniversario de su muerte.
Se reencuentra una vez más María Jesús Mingot consigo misma y con esa tradición literaria que dice que somos tiempo, para interrogarse acerca de la finitud. Una voluntad de búsqueda impregna el conjunto sin perjuicio de la variedad y riqueza de los motivos o experiencias que inspiran los poemas.